Cuidado

Un simple abrazo. Quizás no tan simple.

– Cuídate.
– No me gusta esa expresión… Es mucho mejor que te cuide alguien a que tener que cuidarte tú solo.
– Sí, cierto. Pero, de momento, cuídate, hazme ese favor.
– Esto da para un debate.
– Y largo además…
– Bueno, dejémoslo ahí.
– Buenas noches. Que descanses.
– Buenas sí, tú también.

Cuidarse… Cuidarse… ¿Cuidarse hasta cuándo? Sí, es mejor que te cuiden, sin duda. ¿Quién estará dispuesto? ¿Quién se mirará a tu lado en el espejo para verse a sí mismo mientras lo que ve es tu reflejo?

Cuidarse, sí, con cuidado siempre, todo precauciones, todo en una espera, todo en un cuidado tumulto al cuidado de que alguien llegue y ponga realmente orden.

Y llegará, sin duda. Todo llega, todo pasa, todo queda. Pero lo nuestro es cuidar, cuidar de otros mientras cuidan de nosotros.

Sino no tiene gracia. ¿O sí? O no.

Hay que ver…

Hace la friolera de trece años escribí esto. Cada día cobra más entidad, más verdad, más realidad, más cuerpo, más certeza…

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Dónde estás (1998)

Los niños bajan jugando del colegio
y hay un perro vagabundo en el jardín
muere un viejo señor y rueda su bombín
acera abajo en este invierno de fin del milenio.

El viento anima las ventanas en silencio
y el murmullo de la gente tiende a más
no te veo en la calle, quizás tú me verás
y entre las vidas y sus cosas me voy perdiendo.

Dónde estás
en los armarios
en el tiempo
en el desván
en una caja de cartón
detrás de un árbol
en mis puños
en mis intenciones
dónde estás
después de tanto que busqué
y temí
y entendí
y pensé
dónde estás.

La vida espera a tenderse ante mi paso
otro café por favor después de ti
me preguntan qué haré si todo sigue así
todo en su cauce, todo es mucho, todo es un pedazo.

Las tardes son para mimarlas muy despacio
y en su reposo esperarte con placer
se ha averiado mi avión de letra y de papel
y escribo a tientas garabatos por el espacio.

Dónde estás
en las paradas
en las hojas
y el revés
en el pasado fin de mes
en los tejados
en los bares
de todas las ciudades
dónde estás
después de tanto que llamé
y bebí
y me perdí
y grité
dónde estás.

Dónde estás
bajo las mesas
en las sombras
o en la luz
bostezando en el autobús
en un preludio
en una fuga
entre las aceitunas
dónde estás
después de tanto que empecé
y me rendí
y me vi sin ti
y pregunté
dónde estás.