Religiones de autor

Sede de la SGAE en Madrid

La SGAE se parece cada día más a una religión. Los fines son nobles y persiguen grandes y honestas metas. Los métodos y el día a día son zafios y no respetan a quienes no están de acuerdo con su doctrina.

Los líderes se vuelven férreos y eternos. Nacen acólitos acérrimos y detractores furibundos, columnas de prensa a favor y en contra, corrientes de opinión, creyentes que no saben qué o a quién creer, monaguillos que rompen filas y altos mandatarios que revelan abusos por despecho…

Al fin y al cabo, unas te dicen qué has de hacer con tu vida sexual, familiar, interpersonal, etc., y la otra te dice qué has de hacer con tu vida de ocio, creativa, imaginativa, etc.

Y, muy importante, con grandes sumas de dinero e intereses socio-políticos detrás.

Pareciera ahora que Teddy Bautista ha abusado de un montón de «autores menores» y está en la picota por ello.

Una religión, vaya. Y yo queriendo apostatar.

P. S. : El otro día creo que incluso hubo fumata blanca al reelegir al prócer máximo, sumo pontífice de las rebosantes arcas de recaudación de derechos.

SGAE NR

Soy donante de sangre y hace años, por casualidad, realicé una donación en las oficinas de la SGAE. Desde entonces, el centro de donaciones y transfusiones no deja de avisarme cada vez que visitan dicho punto por si quisiera acercarme de nuevo a donar un poquito de mí.

He recibido muchos avisos pero hasta hoy – y dado cómo están las cosas con la SGAE en los últimos tiempos – mi cabecita no había sacado nada en claro de la comunicación que, frivolizando un poco, es divertida. Juzguen ustedes:
SGAENR

Después ya, jugando con las letras, en mi línea, me dí cuenta de que a SGAE sólo le faltan la NR para poder formar también SANGRE… ¿Será la Sociedad realmente un lobby (que están de moda) dirigido por condes Transilvanos?

SGAE N R. ¿N R? ¿Qué significarán esas dos letras? Se aceptan propuestas.

NOTA: La carta es real, no seré el único que la ha recibido, pero repito que el fragmento está sacado de contexto… No penséis que la SGAE me pide SANGRE. A mí, ¡a un calamar!