Factura oficial…

¿Ticket o factura?

Estoy harto de que en este santo país cada vez que te diriges a un proveedor y le indicas que necesitarás factura por su servicio o producto te pregunte: «¿Pero factura oficial?». Eso cuando no te pregunta directamente «¿Está seguro de que quiere factura?». ¡Pues no te la estoy pidiendo!

Señoras y señores todos, sólo existe un tipo de factura. No existen «facturas oficiales» y «facturas no oficiales». Y son sencillas de confeccionar, aunque algunos de ustedes no lo crean. Simplemente tienen que reflejar unos pocos datos como el nombre, N.I.F. (Número de Identificación Fiscan, por si alguno no lo sabe aún), y dirección. Todo esto de ambos participantes en la factura, claro está. Y sobre todo, tienen que tener un número de serie que debe ser único y correlativo. Ya está, eso es todo, siete datos malditos que parecen muchas veces ocultos al saber popular… Añadamos aquí que un tique de caja no es una factura, precisamente porque no incluye todos estos datos.

Y no me parecen requisitos demasiado complejos para que cualquiera que lo desee pueda realizarla fácilmente. Más aún cuando se supone que regenta o atiende un negocio o se dedica a una profesión con cierta responsabilidad. Y dignidad. Pero estos últimos dos conceptos escasean.

Hace poco en una gasolinera de la red Respsol se negaban a hacernos una factura por los productos adquiridos en su tienda. Con el combustible no había problema. Pero los productos que vendían en la tienda eran infacturables. Al parecer no lo permitía el sistema informático. Vaya por Dios. Y el dependiente encima casi se enfada con nosotros porque «no teníamos razón».

No pusimos reclamación porque uno no tiene tiempo en cada esquina para ir poniendo reclamaciones a industria por este tema. Y puedo asegurar que habríamos puesto ya más de cien.

Y, el colmo, hace unos días, comiendo en Granada un menú del día que aparecía en la pizarra expuesta en la calle a un precio de 10 €, nos indica el camarero que si queremos factura tiene que añadirle el I.V.A. Por supuesto que en la pizarra no figuraba nada de «precios sin IVA» o similares (se ve feo). Evidentemente, a todos los clientes, que en un bar son muchos, que no piden factura se les cobra sin IVA y, supongo, ira a la contabilidad «B» (antes conocida como «en negro»). Una vergüenza.

La guinda es que, como en este caso, la mayoría de los dependientes no saben hacerte una factura: no saben dónde las tienen, no saben cómo se hace en el ordenador, no saben calcular el IVA, no saben sumar, no saben escribir, no saben poner el número correlativo (es más fácil inventárselo, claro), no saben los datos de la empresa a la que representan tras el mostrador, no saben nada de lo que deberían saber para estar atendiendo a un cliente. Lamentablemente. Lamentablemente denunciable, añadiría. Sí saben luego hablar de la crisis con cualquier cliente incauto que les dé un mínimo de conversación, de eso entiende todo el mundo.

Pedir facturas en los establecimientos hosteleros de este país es una de las aventuras más increíbles de su mundo empresarial. Incluyo a los establecimientos hoteleros.

Sí señores, este país necesita un rescate. Pero moral. Pero ya.

Nuevas formas

En estos tiempos inciertos ya ni las protestas son lo que eran.

Por eso creo que, además de todos los cambios que la sociedad requiere, también las formas de protesta que se han empleado hasta ahora se han de modernizar porque también han dejado de funcionar. Al menos ya no lo hacen como antes, eso está claro; por lo que sea – no quisiera entrar en ese debate ahora – pero no funcionan.

Y pensando en algún nuevo concepto de protesta singular y novedosa he dado con una especie de huelga peculiar.

Me da por pensar qué sucedería si todos los fumadores dejaran de fumar y dejaran de consumirse igualmente las bebidas alcohólicas con tasas estatales. Nadie podría quejarse de que la gente deje de fumar o beber porque son cosas perjudiciales para la salud… Estaríamos todos más sanos, a largo plazo al menos… Pero se crearía una pequeña paradoja con las tabacaleras, los empleados y dueños de estancos, los distribuidores…

Sería una protesta bastante directa contra el estado porque éste perdería una buena cantidad de impuestos indirectos (la cifra del 2011 de impuestos especiales es de 7200 millones de euros aunque, ojo, aquí no están solo tabaco y alcohol, hay otros impuestos importantes pero no encuentro el desglose)…

Bueno, es sólo una idea. ¿Alguien me secunda?

Responsabilidad

La responsabilidad es el catalizador que fija las dinámicas más importantes de la sociedad.

Sin responsabilidad todo se diluye, todo produce la misma amalgama de desidia y desánimo por avanzar, por poner orden en los caos, por desarrollarse, por evolucionar.

Cuando los individuos dan la espalda a sus responsabilidades varias, niegan su propio papel en el mundo, en su mundo, en sus mundos. Dejan de tener sentido.

Gemeinwohl-Ökonomie (Economía del Bien Común II)

Bueno, sigo encontrando datos e informaciones sobre este movimiento que me atrae poderosamente.

Uno de los grandes hallazgos es su página web oficial (en alemán pero con versión española, mejorable pero comprensible). Podéis encontrarla aquí


Gemeinwohl-Ökonomie

Además, otra vez a través del blog de Paco Álvarez, «No le digas a mi madre que trabajo en bolsa«, he podido ver la conferencia que dio Christian Felber en Alcoy en su reciente paso por España. La conferencia no tiene desperdicio y es, creo, de visión obligatoria para todos aquellos interesados en el progreso de la sociedad moderna.

Evidentemente generará muchas dudas y un gran debate. Pero ése es el gran poder de esta idea: generar debate. De momento, los puntos de partida que plantea esta nueva filosofía son, cuando menos, sugerentes y emocionantes.

Yo sigo con mi lucha particular por llevar algunas de estas ideas al marco de actuación más a mi alcance: la vida local del municipio donde resido. Espero que nos lleve a grandes metas o al menos que nos propicie un interesante camino a recorrer.

Hablando, por supuesto, siempre hablando y compartiendo. El conocimiento es universal y gratuito, debemos compartirlo.

Economía del Bien Común

 

Logo - Economía del Bien Común

Gracias al blog No le digas a mi madre que trabajo en bolsa de Paco Álvarez he dado con esta idea que, por revolucionaria, casi parece utópica. Yo, personalmente, espero que no.

Es un nuevo movimiento que si no avanza ahora, en estos tiempos de incertidumbre, no lo hará nunca. Se trata de la Economía del Bien Común que explica en este vídeo, clara y rápidamente, uno de sus impulsores Christian Felber.

Christian Felber – La Economía del Bien Común from ATTAC.TV on Vimeo.

Los poderes contra los que lucha son muy grandes, pero se basa en el primer y gran poder de la economía que es la población.

Por eso quiero darle difusión y aportar mi ínfimo grano de arena a su causa.

Os dejo además un par de enlaces al blog mencionado:
La economía del Bien Común
La economía del Bien Común 3.0